MI HIJO SUFRE BULLYING EN LA ESCUELA

Es bueno hablar con nuestros hijos sobre su día en la escuela, qué han hecho hoy, cómo lo han pasado, con quién han jugado… Aunque si tienen algún problema de acoso no siempre lo van a contar, pueden callárselo para no hacer sufrir a sus familias, por miedo a las amenazas de los acosadores o incluso por temer a las reacciones de sus padres.

Si detectáis que hay un miedo o rechazo a ir al colegio, p.ej. simulando enfermedades, o si observáis que hay una carencia de amistades, p.ej. pasa los recreos en soledad o queda aislado en actividades grupales como excursiones o celebración de cumpleaños, éstos podrían ser indicadores de que está siendo víctima de acoso escolar. De aquí se desprenderían otros indicadores, p.ej. problemas emocionales como tristeza, insomnio o cambios bruscos de humor, y podrían llegar a sumarse evidencias físicas de maltrato, como moratones, rotos y desgarros en la ropa o pérdida de objetos.

De todos modos, hay que tener cuidado, porque también puede fingir enfermedad para librarse de un examen y la falta de amistades, pese a que aumente el riesgo de acoso escolar, no es un indicador claro por sí mismo, hay niños y niñas que son más solitarios. Cada situación debe analizarse por sí misma.

Pero una vez se confirma que tiene problemas de acoso en el centro, ¿cómo podemos ayudar los padres? ¿Cuál sería la mejor forma de reaccionar?

Creo que lo primero que debe hacerse es escuchar con calma lo sucedido, dejarles que se expliquen, y debemos responder transmitiéndoles que les creemos y que les vamos a ayudar, que no tienen la culpa de lo que les ha ocurrido, que ellos no han hecho nada malo que justifique esa agresión, y manteniendo la calma para no asustarles ni agudizar el conflicto. Así logramos desmontar una amenaza muy frecuente de los agresores, pues suelen decirle a la víctima que aunque lo cuenten nadie les creerá o que se enfadarán con ellos.

Luego toca ponerse en contacto con el centro escolar, explicar lo sucedido y buscar que se impliquen y colaboren en la situación.

Por último, ofrecería al menor víctima de la situación un modelo de seguridad y protección, donde volver a recomponer su autoestima, perder el miedo, buscar soluciones a situaciones difíciles que puedan darse (p.ej, no estar solo en recreos, pasillos, o ir a recogerle a la salida del centro escolar, si así lo desea), ayudarle a ver qué puede cambiar para relacionarse mejor y mejorar sus habilidades sociales. Para algunas de estas áreas, puede ser necesaria la ayuda de una terapia.

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