adolescentes hijos familia

COMO ACTUAR ANTE DESAFIOS Y FALTAS DE RESPETO DE NUESTROS HIJOS

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Es habitual que a medida que los hijos crecen los padres nos enfrentemos a situaciones difíciles, situaciones donde se ponen más rebeldes, nos desafían, o incluso se dan faltas de respeto. No resulta agradable lidiar con ello, pero no queda más remedio.

Os dejo aquí unas orientaciones básicas para este tipo de situaciones, aplicables solo a situaciones digamos normales; si la situación se complica por alguna patología, consumo de sustancias o relaciones familiares conflictivas, posiblemente estas orientaciones no resulten suficientes y haga falta añadir más.

Lo primero que hay que tener claro es que, si nuestros hijos se enfadan por una decisión que hemos tomado, es su problema, así que no lo hagas tuyo. Si has decidido que este fin de semana no tiene acceso a pantallas porque se ha comportado mal, o que hoy toca ir a visitar a un familiar y él tenía otros planes, pues se puede enfadar, claro que sí, pero vamos a decir que no es problema tuyo, y que además son situaciones en que no hay negociación posible. Así que trata de usar la empatía, pero manteniendo ese límite, esa decisión, que has tomado. Pregúntale “¿te encuentras bien?”, o dile “entiendo que estés enfadado/que no te guste, pero tenemos que hacerlo así”. Y usa siempre un tono de voz calmado, conciliador.

Creo que también es fundamental no responder a sus ataques o comentarios; no es una competición a ver quien da la última palabra, no hace falta que entres a discutirle todo lo que vaya murmurando mientras se aleja refunfuñando. Tú mantén el límite, no entres a discutirle, usa ese tono de voz calmado, sin enfado y mantente firme en la decisión tomada. No te hace falta caer en tópicos de “porque yo lo digo”, “aquí mando yo”, que solo vendrían a agravar la discusión.

Si llega al insulto, a la falta de respeto, sí que debes responder, ese límite no puede cruzarlo y quedarse igual. Pero respóndelo desde las orientaciones que hemos ido viendo, es decir, con voz calmada, aunque serio, marcas el límite, p.ej. “no me gusta que nadie me hable de esa manera”, y luego tira de empatía, “¿qué te ocurre?”, “¿estás bien?”, “¿te puedo ayudar?”.

En una situación normal, esto suele bastar para que los hijos se den cuenta y abandonen la discusión, ven que tú tienes el control y que además te ofreces a ayudarlos y entenderlos. Si la situación va a más, se agrava o aparecen otros elementos que dificulten la relación, quizás sea el momento de acudir a una terapia.

Resumiendo: 

  • No hacer tuyo el problema
  • Mantener el límite o decisión tomada
  • Usar la empatía y un tono conciliador

Imágenes de Phil Nguyen y Stephen Andrews a través de Pexels. 

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