Hay ocasiones en que me comentáis que estáis quemados del trabajo, que os genera ansiedad, vivís estresados, enfadados, que trabajáis sin ganas y que os da igual el resultado, debido sobre todo a las condiciones laborales que me explicáis, o a las relaciones con jefes y encargados varios, que parecen salidos de otra época. Me describís el síndrome del burnout, de estar quemado en el trabajo.
Sin embargo, no podéis dejar el trabajo, que sería la opción más fácil, por diferentes motivos: la falta de opciones laborales o la falta de oportunidades acorde a vuestra edad o formación-experiencia; ¿cómo actuar entonces? ¿Qué se puede hacer en estas situaciones?
Creo que lo primero es no culpabilizaros, vosotros podéis intentar cambiar hasta cierto punto, pero si las condiciones laborales siguen siendo las mismas, poco avanzaremos. Hay ciertos ajustes que puedes llevar a cabo en tu vida, su eficacia será limitada, pero pueden ayudarte hasta cierto punto.
Un factor clave es intentar conseguir un equilibrio vida-trabajo. Horas extras obligatorias, durante la semana y en fin de semana; cambios de turno sin previo aviso… todo ello es ilegal, pero habéis entrado en la rueda de aceptarlo. Para conseguir ese equilibrio vida-trabajo vais a tener que fijar unos límites.
Si para vosotros es importante pasar tiempo en familia, hacer deporte por razones de salud, o formaros, no vais a poder hacer nada de todo eso si solo trabajáis, y vais a acabar cada vez más hartos y agotados. Necesitáis poner un límite; no podéis cortar de golpe con todo lo que habéis ido cediendo durante años, pero si podéis quitar algo de todo eso y decir hasta aquí en ese punto.
La actividad física, deportiva, sobre todo en exterior, puede ayudarte a regular esos niveles de estrés y hartazgo. No es necesario que te machaques ni que te marques objetivos que te exijan unos logros; basta con que desconectes, hagas un poco: un paseo, ir en bici, entrenamiento básico en tu casa… Para ello, necesitas de ese equilibrio vida-trabajo que hablábamos antes, y éste esta relacionado con poner límites y no tragar con todo, como también hemos explicado.
Hay que desconectar del trabajo una vez sales, tienes derecho a la desconexión tras acabar tu jornada laboral, en fines de semana, vacaciones… Así que no tienes porque responder mails, mensajes o llamadas laborales, estás en tu periodo de descanso, respétatelo. Te aseguro que no vas a heredar la empresa, y cuanto más tragues menos te van a reconocer y más te van a exigir.
Por último, crea una red social, no te aísles. El estrés y la ansiedad tienden a apartarnos, y en estas situaciones tener un grupo de apoyo es necesario. Familia, amigos, compañeros de trabajo… pueden proporcionar un cierto desahogo en esta situación.
Finalmente, puedes consultar con un sindicato para conocer tus derechos, con un abogado, y acudir a una terapia de psicología para que te ayuden con la ansiedad.
Imagen de Tara Winstead a través de Pexels