Una forma de sanar como adultos, cuando se viene de una infancia con daños emocionales, pasa por darte ahora tú mismo ese amor que no tuviste.
Quizás no lo tuviste porque creciste en una familia disfuncional y fuiste rechazado; quizás porque creciste en el armario y no hablaste de tu homosexualidad por miedo al rechazo; o quizás palabras y hechos que no tenían la intención de dañarte, pero tú te sentiste dañado en ese momento tan vulnerable. Todos tenemos experiencias, recuerdos, más o menos traumáticos, a medida que íbamos creciendo, de sentirnos rechazados, por familiares, por amistades…
Pues bien, si ese daño te pesa, puede intentar repararse.
Coge un puñado de fotos de ti, de un rango de edad variable, pero sobre todo del momento en que sentiste ese rechazo o daño emocional. Colócalas en un lugar visible, accesible; quizás un corcho o un pequeño mural que puedas colgar. Y haz el ejercicio de mirarlas, de recrear en tu mente esos momentos, pero ahora recibiendo y dándote al amor que quizás no recibiste cuando tenías esa edad. Visualiza esa fiesta donde, esta vez, si acudió tu amigo; visualiza esa decisión que tomaste y donde, esta vez, sí que tus padres la aceptaron. Y vive ese momento, siente esa aceptación y ese bienestar.
Por supuesto que esto no borra el recuerdo de lo que realmente ocurrió, pero digamos crea otra realidad alternativa donde emocionalmente no fuiste dañado. Darte ese amor ahora puede ayudar a sanar, a avanzar, a hacerlo más llevadero. Y cuando te sientas mal, acude a estos recuerdos nuevos y vuelve a sentirlos.
A modo de truco, puedes poner una de estas imágenes de fondo de pantalla en tu móvil y hacer el ejercicio cuando lo necesites.
Foto de Afif Ramdhasuma a través de Pexels.